por Yuta Kato
Noviembre de 2001
Regresando a mi pequeña habitación en Tokio, recibí una llamada de un amigo de taiko que vive en New York, Hideaki, y la conversación fue algo así: “Hola Yuta! Hitomi y yo estamos de visita por Japón. Estamos planeando ir a Hachijo ya que nos hicimos amigos de algunas personas allí, querés venir?” – “Dale, ¿Cuándo van?” pregunté – “Este fin de semana, hay un festival, conseguite los ticket para el tren”.
Hasta entonces, los encuentros con el Hachijo-Daiko se habían limitado a unas pocas presentaciones que había visto cuando era chico y aprendía del taiko, y a una hermosa presentación de Chieko Kojima en un concierto de Kodo. Aunque había quedado impresionado con el estilo, nunca me sentí inclinado a saber más sobre ello, simplemente no era para mi. Pero aproveché esta repentina (y bastante inesperada) oportunidad para hacer algo de investigación y encontré que Hachijo-Daiko es un estilo de taiko totalmente improvisado que se lleva a cabo por sólo dos personas y un taiko, este estilo traía como influencia a los parias que habían sido echados de Tokyo durante el período Edo (generalmente se trataba de activistas políticos de educadas clases samurai). Cuenta la leyenda que cuando se les quitaron sus espadas samurai, ellos tomaron los bachi y usaron los taikos como arte marcial, recreación, y expresión artística. Por eso es que hasta el día de hoy, Hachijo-daiko se orienta a la comunidad, permitiendo que personas de todas las edades y géneros realicen una presentación en cualquier ocasión.
Comparado con muchas tradiciones del taiko que solo permiten que jóvenes del sexo masculino se presente en festivales relacionados a dioses y rituales, este estilo de repente se llevó mi atención.
El evento que se iba a llevar a cabo era el Gousha no Omatsuri, un festival que lleva a los taikistas y sus instrumentos en la parte de atrás de pequeños camiones, asegurándose que el sonido de los tambores nunca cese mientras los vehículos se abren camino a través de la isla (70 kilómetros cuadrados).
Maravillosos taikistas llenos de gracia y fuerza, junto con aperitivos simples aunque muy sabrosos, y una fiesta tras otra… el fin de semana termina con una fiesta de despedida que el grupo Getsuyoukai organiza para los visitantes.
Cuando la fiesta se acerca a su fin, Takashi, líder de Getsuyoukai, les pide a todos los invitados que digan algo de su experiencia en Hachijo. Mientras cada uno habla de su emotiva experiencia durante el fin de semana, me quedo allí sentado esperando mi turno nerviosamente, sin saber que decir. Pero de un momento a otro me dan la orden “hai, Yuta-kun.” Y lo que dije a continuación me sorprende incluso a mi….
“¿Puedo volver? ¿Quizá quedarme más tiempo? Tengo un mes completo sin planes antes de mi regreso a Estados Unidos luego de terminar con mis estudios, ¿podría pasar ese mes aquí?”
Silencio…
De repente un hombre de unos 50 años levanta su mano y dice “Obvio, ven. Me encargaré de ti, y si necesitas un trabajo, te encontraré uno” Lo recuerdo, Sr. Sakurai, un maravilloso taikista zurdo con el aura más dulce que he conocido.
Agosto de 2002
Mi esperado descanso de verano llega, y abordé el mismo ferry que tomé 9 meses atrás, solo que estaba vez hace calor. El Sr. Sakurai me espera en el muelle y antes de darme cuenta me están presentando a mi jefe en el hotel donde trabajaré como lavandero. Me ubiqué en la antigua y escalofriante habitación sin aire acondicionado que hay para los empleados, y comienzo a trabajar de inmediato junto al Sr. Sakurai. Lavo, seco y plancho todas las toallas y sábanas del hotel. El trabajo es una sudorosa prueba, pero está lleno de prácticas de Hachijo y recreos para fumar con charlas profundas. A las 5am de cada día, terminamos nuestra labor, comemos por separado, y nos encontramos nuevamente a las 6.30 para que el Sr. Sakurai me lleve a la prácticas de taiko. Cada día de la semana, alguien estaba practicando en alguna parte de la isla. Éstas gloriosas situaciones se extendieron por 30 días.
En mi último fin de semana en la isla, el pueblo organiza un festival de verano en el jardín de la escuela primaria de Ookagou. Aunque durante el día llevan a cabo otras tareas, puedo reconocer muchas caras de las que estan trabajando en el festival. El Sr. Sakurai está a cargo de poner los faroles, así que ayudo, y me mezclo entre la cálida noche llena de comida, niños, abuelos, danzas, y claro está, taiko.
Esta noche, la esposa del Sr. Sakurai, Yoko, está aquí. Ella supuestamente ha empezado a practicar taiko un mes antes de mi llegada, y quería aprovechar la oportunidad para tocar en público. Ella se turna con su esposo para tocar shitauchi (base rítmica) y uwauchi (solo de improvisación).
Es notable que Yoko es una principiante, sus golpes casi no producen sonido, su tempo es un poco fluctuante, y se la nota aún insegura sobre los ritmos que quiere crear. Pero lo que llama mi atención no es Yoko, es lo que está pasando del otro lado del taiko. Como dije antes, el Sr. Sakurai es un maravilloso taikista, pero cuando toca uwauchi para su esposa, él se aseguró de simplificar su ritmo, bajar su volumen, y asegurarse de que ella pudiese practicar su shitauchi. Y cuando fue su turno de tocar su shitauchi, mantuvo su volumen bajo para no taparla a ella, pero aún así se podía ver su increíble fuerza, escondida dentro. Todo lo que podía escuchar de sus cálidos y firmes golpes era “Puedes hacerlo, puedes hacerlo, estoy aquí para ti, puedes hacerlo… te amo”.
Cuando ambos terminaron sus solos, el Sr. Sakurai le dio un golpecito en la espalda a Yoko “buen trabajo”, y con una sonrisa como el de una pequeña niña, ella se encogió de hombros, y junto se sentaron en un banco para niños para apreciar el resto de la festividad.
No sabía que el taiko, un arte relacionado generalmente a la masculinidad, la juventud, la fuerza e incluso a veces, la agresión, podía ser tan sutil, cálido y romántico.
Mi última noche, otra fiesta de despedida es organizada por Getsuyoukai para mi. Luego de muchos tragos, comida, taiko, canciones y brindis, Takashi se sienta entre el público y le pide a cada miembro que se despida. El Sr. Sakurai es el último.
“En Japón, tenemos esta cosa llamada gankake, donde una persona renuncia a un vicio para poder desear por algo especial. He estado fumando por muchos años, este cigarrillo será mi último para que Yuta se vuelva el profesional del taiko que sueña en convertirse”. Y con una mirada seria, apaga su último cigarrillo.
Otoño de 2003
Salgo de tour como miembro de un grupo profesional de taiko de los Los Ángeles. Aunque por momentos lucho por llegar a fin de mes, cumplo mi sueño de ser un taikista profesional.
2005
Nuestro grupo viaja a Japón para competir en un torneo internacional de taiko. Inmediatamente después vuelo a Hachijo para comentarle al Sr. Sakurai “Lo logré! Gracias a tu gankake ahora vivo mi sueño. Incluso salimos primeros en el torneo”.
La sonrisa en su rostro vale cualquier tipo de lucha que haya tenido que sufrir siendo un joven taikista muerto de hambre.
2007
Aunque satisfecho con mi carrera en el taiko en Estados Unidos, decido seguir mi corazón y cambio mis planes para ser un estudiante de taiko en Japón nuevamente.
Destino: Tokio, Japón.
2008
En el medio de mis estudios en Tokio, me enfrento con un dilema, ¿continúo en la isla de Sado (prefectura de Niigata) como un aprendiz de Kodo, o voy a Hachijo a vivir la vida de un isleño? Consulto a una respetada amiga en la industria, y ella insiste fuertemente en que tome la segunda opción. Sigo su palpitar seguro.
Noviembre de 2009
Con valija en mano, abordé el ferry para empezar mi vida como un isleño en Hachijo. Rento un apartamento de $450 y encuentro un trabajo como repostero en el deli de uno de los supermercados más grandes de Hachijo.
Un día típico en Hachijo es:
5:30 – Me despierto
6:30-12:30 – Trabajo en la pastelería
12:30-13:00 – voy a buceo libre
13:00-13:15 – Almuerzo
13:15-13:30 – Me baño y vuelvo a trabajar
13:30-16:30 – Trabajo en la pastelería
16:30-18:30 – Cocino y ceno
19:00-21:30 – Voy a práctica de taiko
22:00-23:00 – Responde mail y tomo cerveza o shochu
23:00 – Duermo
En el medio de mis 14 meses en Hachijo, mi trabajo pasa a ser en una granja junto a Takashi. Durante mis días libres, paso el tiempo surfeando, buceando y relajándome en uno de los más perfectos onsen (jacuzzi de agua termal) mientras que la toma de alcohol aumenta al triple mientras cantamos y tocamos el taiko en el bar durante la noche.
Estoy en el paraíso.
Febrero de 2013
Vuelo a Barcelona, España, para asistir a una de las más distinguidas y prodigiosas taikistas de nuestro tiempo, Chieko Kojima. Mi experiencia en Hachijo-daiko juega un rol elemental en darme esta extraordinaria oportunidad.
Cuando pienso en acompañar a esa hermosa bailarina del video de Kodo que vi en a principio de los 90s, me es difícil encontrar las palabras correctas… pero en definitiva, la experiencia de tocar junto a Chieko Kojima, no tiene comparación.
Hoy en día
Conexiones y una estúpida suerte, me volvieron el responsable a cargo de una de las escuelas de taiko con la más fabulosa instalación en Los Ángeles. Sé que estoy viviendo mi sueño; viendome entrar en un inmenso salón a prueba de sonido rodeado de todos los taikos Asano que jamás pueda llegar a necesitar. Pero como toda nueva compañía, la vida no siempre es fácil. Cuando tienes que administrar, practicar y se te requiere más de 10 clases a la semana, el taiko deja de ser solo diversión. Algunas mañanas me levanto y pienso “¿Qué estoy haciendo?” y cuando los negocios o currícula no salen como los planeados, la situación se vuelve más deprimente. Cuando los peores momentos vienen a desvelarme en el medio de la noche, me recuerdo sobre aquella mágica noche en Hachijo. La noche que me dio un vistazo a lo que el taiko es capaz de hacer en la gente. Este simple concepto me recuerda constantemente que el taiko es para la gente, y me inspira a trabajar duro para asegurarme que esté disponible para cualquier persona que muestre el más mínimo interés.
De ahora en adelante…
La población de Hachijo está decayendo. Actualmente poco menos de 8.000, 15-20%, de los habitantes se han ido o han fallecido desde la primera vez que estuve ahí en 2001 (en ese entonces me habían dicho que había 10000 personas allí). La razón principal por la que esto está sucediendo es porque no hay universidades en la isla y mientras que Japón se encuentra 4to en el mundo respecto a estudiantes egresados, no hay mucha más opciones para aquellos que se gradúan de la secundaria, que irse a Tokio a recibir su educación universitaria. Además con toda la admiración que los programas de TV, películas, celebridades, modas, y todas las noticias que hablan de Tokio aquí, y Tokio allá, no hay duda que la mayoría de la gente jamás volvería a la isla.
Aunque esta puede ser la manera natural que tienen de fluir las cosas, y la tendencia de nuestra actual cultura, es entristecedor ver a personas que no entienden todas las cosas hermosas que la belleza de la isla y su historia tienen para ofrecer.
Como un forastero con una perspectiva que me permite ver tales cosas, decidí entonces volver mi trabajo el empujar a otros como yo a la mágica experiencia que yo tuve con Hachijo-daiko. Mi deseo es que ellos eventualmente visiten la isla. Imagino un día en el que los isleños se hagan amigos internacionalmente; niños inspirados en mejorar en sus clases de inglés para poder mejorar la comunicación con sus amigos, y donde todos los estudiantes criados en las enseñanzas de Hachijo hablen orgullosamente de su hogar.
Si tienes la oportunidad de tomar el taller de Hachijo-daiko, o te encontrás en Tokio con algunos días libres, recomiendo fuertemente que tomes la oportunidad para aprender de este arte. Te garantizo que te enamorarás, y que te dará las herramientas necesarias para disfrutar del taiko el resto de tu vida. Y si aprender este arte te toca en manera alguna, ayúdame a hacerles entender a los isleños cuan afortunados son de estar rodeados de tanta belleza.
Entonces “¿Por qué Hachijo y no otra forma tradicional de taiko?”
Por una llamada totalmente inesperada de un amigo en 2001 que creía en mi futuro, y por el Sr. Sakurai y su adorable esposa.
COMENTA: Chieko Kojima (miembro fundadora de Kodo)
Yo también tengo un vínculo con el taiko de la isla Hachijo. Estando en Kodo・鼓童, donde las mujeres somos minoría, me encontré con el taiko de la isla Hachijo y mi corazón se liberó por ese ritmo libre que todos tocaban y pude realizar la obra Hanahachijo・花八丈 en la que introduje el factor del baile ensalzando a las mujeres.
Este comentario fue escrito: 19 de Enero de 2014
Idioma original del comentario: Japonés
Traducción Japonés-Español: Ion Díaz-Larrauri (Vitoria, España)
Autor: Yuta Kato (Los Angeles, EEUU)
Este artículo fue escrito: 14 de Noviembre de 2013
Idioma original del artículo: Inglés
Artículo original: Why Hachijo-jima?
Traductor Inglés-Español: Romina Roldán (Rosario, Argentina)
Edición: Gastón San Cristobal (Buenos Aires, Argentina)
Autor: Yuta Kato
Nacionalidad: Estados Unidos
Perfil:
Yuta Kato nació y fue criado en California; introducido al mundo del taiko por el grupo local Kagami-Kai, decidió continuar sus estudios con San Francisco Taiko Dojo a la edad de 11 años. Desde entonces, ha sido parte de UCLA Kyodo Taiko, Nihon Taiko Dojo, TAIKO PROJECT, ON Ensemble, Portland Taiko, y Getusyoukai. Desde el otoño de 2007 hasta el invierno de 2011, vivió en Japón para estudiar bajo el mando de varios maestros de música tradicional japonesa. En 2011, Kato fue el coordinador general de la North American Taiko Conference (NATC) llevada a cabo en Stanford, California. Actualmente vive en Los Ángeles y es director e instructor en LATI (Los Angeles Taiko Institute) que se encuentra ubicado en las instalaciones de Asano Taiko en Estados Unidos.